Cortesía STRI

El legado de un pionero

Por sus aportes a la historia de la pesca en aguas tropicales, la arqueología, arqueozoología y la paleoecología del puente terrestre centroamericano, el Dr. Richard Cooke es considerado ‘el padre de la arqueología’ de Panamá.

Tamara Del Moral
tdelmoral@senacyt.gob.pa

IMAGINA

En noviembre de 2022, visité el Laboratorio de Arqueología del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) en Amador. La mayoría de los materiales que allí reposan –vasijas, restos óseos humanos y de animales– son producto de las excavaciones del Proyecto Arqueológico en Cerro Juan Díaz, en la provincia de Los Santos, que lideró el Dr. Richard Cooke.

Otros materiales provienen del sitio Sierra, que excavó el Dr. Cooke en la década de 1970, y de los sondeos que realizó con otros colegas estudiantes de doctorado en la década de 1980 en la cuenca del río Santa María.


En 2013, Nicole Smith-Guzmán era estudiante de doctorado en la Universidad de Arkansas y buscaba oportunidades de investigación en Panamá, así que contactó al Dr. Richard Cooke por correo.

“Richard me alertó sobre el hecho de que un gran conjunto de restos humanos panameños del sitio de Cerro Mangote estaba almacenado en el museo de mi universidad (no tenía idea), y usé esa colección para algunas pruebas de métodos preliminares para mi viaje de investigación de tesis en Uganda posteriormente.

Después de algunos correos persistentes, logré que Richard me dejara ser voluntaria en su laboratorio durante seis semanas entre
mayo y junio de 2014. Me puso a trabajar en el análisis de restos humanos de tres sitios arqueológicos diferentes y encontré evidencia fascinante de actividades culturales, artritis, desgaste de dientes y un tipo de modificación craneal artificial que nunca antes había visto.

Después de graduarme con mi doctorado al año siguiente, vine a Panamá para continuar como voluntaria en el laboratorio de Richard. Ese trabajo voluntario me llevó a trabajar por contrato durante unos meses, casi siete años de investigación posdoctoral y, finalmente, un trabajo permanente como curadora de arqueología en el laboratorio”.

En 2015, el Dr. Cooke empezó el proyecto de Playa Venado (Veracruz), impulsado por el Museo Dumbarton Oaks en Washington,D.C.

El museo tenía objetos de ese sitio, pero carecía de información sobre su contexto. El Dr. Cooke trató de consolidar todas las historias de los archivos de varios museos.

“Creo que uno de los énfasis más importantes que Richard tomó en muchas de sus publicaciones a lo largo de los años fue el concepto de que Panamá no era simplemente un corredor o una ruta de paso en la prehistoria. Richard acumuló una gran cantidad de evidencia interdisciplinaria para mostrar que los grupos indígenas que habitaban el istmo habían estado aquí durante miles de años y su desarrollo cultural ocurrió localmente y podía rastrearse a través de la iconografía de los artefactos arqueológicos, la lingüística y, cada vez más, a través de la genética y las moléculas antiguas”, menciona la Dra. Smith-Guzmán, quien es miembro del
Sistema Nacional de Investigación (SNI).

Desde lo alto de la escalera vi al Dr. Cooke en su preciada oficina, rodeado de sus libros, cajas y diapositivas fotográficas (slides).
Se veía concentrado en la pantalla de su computadora, con sus lentes de marco negro. A un lado de su máquina, tenía una chácara con rayitas verdes.

  • “Hola Dr. Cooke, ¿me recuerda?”, lo saludé al bajar.
  • “Sí, sí”. Sonrió.
    “Desde que conocí a Richard, siempre pasaba mucho tiempo escribiendo correos con grandes bloques de texto, que generalmente contenían una gran cantidad de información valiosa sobre diversos temas. Si algún colega le hacía una pregunta simple, su respuesta sería de varias páginas, contando toda la historia y el contexto del tema”, comparte la Dra. Smith-Guzmán.
    “Le tomaba varias horas escribir esos correos y me di cuenta de que, por lo general, solo escribía con los dos dedos índices. Siempre pensé que esto podría deberse a su edad, que tal vez sufría de artritis. Pero hace unos años, yo estaba en el Museo de Florida con mi colega Ashley Sharpe y nos topamos con varias cartas que Richard había escrito en la década de 1970 a la zooarqueóloga que trabajaba allí, Elizabeth Wing. En una de esas cartas, Richard se disculpó por su demora en responder y explicó que nunca había
    aprendido a escribir a máquina correctamente, ¡y ¡solo usaba dos dedos para teclear! Me quedé asombrada al leer esto, pensando en lo prolífico que fue Richard durante las últimas cinco décadas, publicando cientos de artículos de revistas y capítulos de libros, sin mencionar toda la correspondencia con colegas, ¡y todo lo escribía con solo dos dedos!”

Tuve el privilegio de escuchar al Dr. Cooke en varias conferencias y conversé con él muchas veces sobre su trabajo. En una presentación sobre el genoma del panameño, el Dr. Cooke, quien había colaborado en esa investigación con otros científicos de Panamá y de Italia, se refirió a los estereotipos basados en el fenotipo de las personas, “olvidándonos de que nuestra verdadera ancestría se descifra con mayor exactitud a nivel de moléculas”.

Pese a que su cuerpo se había debilitado en los últimos años, el Dr. Cooke conservaba su ánimo y seguía compartiendo su conocimiento. “Aún no estoy en condiciones físicas para pasar más de cinco horas en la oficina. Por lo general llego a las 10 de la mañana y salgo a las tres”, me dijo entonces.

El Dr. Cooke era amable, humorístico a su manera, disfrutaba contar anécdotas y no dudaba en criticar las decisiones desacertadas relativas a la gestión del patrimonio nacional.

“En el siglo pasado prevaleció una actitud hostil hacia la arqueología científica; se hicieron excavaciones arqueológicas por personas sin formación académica”, se lamentaba.

En un Café Científico organizado por la SecretaríaNacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) sobre los retos de la arqueología en Panamá, en 2016, el Dr. Cooke se refirió a la importancia de crear infraestructuras adecuadas para almacenar, estudiar y reevaluar el acervo cultural indígena y la necesidad de realizar investigaciones multidisciplinarias en el campo de la arqueología.

Cuando se le olvidaban algunas palabras al tratar de explicar una idea, sorprendía al interlocutor con expresiones como: “¡Diablo!”, “¡Púchica!”, “¡Qué bruto, ah! Cuando uno se cansa, como que no se puede afinar el vocabulario”.

Carrera en Panamá

Richard Cooke nació en 1946 en Inglaterra, donde vivió sus primeros 22 años. Fue pionero de la arqueología científica en Panamá, país que adoptó como suyo y donde realizó todas sus investigaciones. En esta tierra echó raíces, se casó dos veces, con mujeres coclesanas, y tuvo tres hijos, Juana Carlota Camargo, Ana Catalina Cooke Tapia e Ian Cooke Tapia. “Vine en octubre de 1969 con el fin de adelantar trabajos de campo arqueológicos en Coclé con miras a hacer mi tesis doctoral. La esposa del embajador británico en e se entonces, la galesa, Vronwy Hankey, era arqueóloga. Ellafue a decirle a mi director de tesis, Warwick Bray, que una compañía británica que estabahaciendo el proyecto de riego “Llanos de Coclé”, estaba encontrando basurales indígenas, que los ingenieros del proyecto estaban preocupados, y que estos preguntaban si el instituto podría enviar a un arqueólogo a fin de poner los sitios en valor. Aprobada esta idea por Reina Torres de Araúz, llegué a Aguadulce a iniciar labores. Tenía 23 años”.

Al recibir su título de PhD en el Instituto de Arqueología de la Universidad de Londres (UCL), el Dr. Cooke regresó a Panamá y se unió a un proyecto paleoindio dirigido por el arqueólogo estadounidense Junius B. Bird y en 1973, fue contratado por Reina Torres de
Araúz como arqueólogo de campo.

“Richard fue el padre de la arqueología panameña. Sin sus trabajos no sabríamos casi nada de nuestra historia profunda. Él escogió
estudiar Panamá pudiendo haber estudiado cualquier otra cosa. Fue extremadamente generoso compartiendo sus conocimientos y amistad, fue el mentor de todos los arqueólogos que hemos trabajado Panamá. Un verdadero científico, académico de talla mundial, de una erudición incomparable”, dijo el Dr. Tomás Mendizábal, investigador de planta del Centro de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Culturales AIP y miembro del SNI.

“Conocí a Richard en 1986, siendo estudiante de Biología y desde entonces conversaba esporádicamente con él sobre el paisaje de provincias centrales y su degradación ecológica, en particular del área del Sarigua, donde Richard llevó excavaciones y atestiguó parte de su deterioro. Richard era un enamorado de la ecología precolombina, de la relación de nuestros antepasados con su medio y de sus formas de vivir, su alimentación, el uso de la rica ictiofauna y su legado artístico. Su obra va más allá de ese legado a la arqueología panameña y de Mesoamérica, brinda una indudable contribución a nuestra identidad”, afirma el Dr. Omar López Alfano, secretario técnico del Sistema Nacional de Investigación (SNI), del cual el Dr. Cooke fue investigador senior y miembro fundador.

“Richard estaba siempre anuente del entorno ecológico y de la fauna y su relación con los grupos humanos. Podías preguntarle sobre la historia natural de cualquier animal y hablarte de estos ¡por horas!”

‘Yo no excavé en El Caño

Con motivo de la reinauguración del Museo de El Caño (Coclé) en abril de 2019, entrevistamos al Dr. Cooke en su oficina. Nos dijo: “Yo no excavé en El Caño. Lo único que hice fue, una tarde, un pequeño rescate”.

A petición de la antropóloga Reina Torres, en 1969 fue a El Caño para evaluar si el sitio tenía algún potencial para investigación. Encontró unos 5 montículos, pequeños túmulos con una altura de 2 o 3 metros. “Le reporté a Reina Torres que el sitio estaba allí, pero yo no pude trabajar en un sitio tan extenso y no le presté mayor atención cuando terminé mi tesis doctoral. Reina me pidió, como en marzo de 1973, un año muy seco, que fuera a Soná, porque se iba a presentar la balsería de los Ngäbe. Fui y después pasé por Aguadulce, donde tenía muchos amigos. Uno de ellos, me dijo que la maquinaria del Ingenio azucarero Ofelina estaba pasando sobre el sitio de El Caño.

Fui con él, eran como a las 4 de la tarde. Los montículos que yo había visto en el ‘69 ya no estaban, los buldóceres los habían pela’o. Yo me escandalicé, protesté por la destrucción de estos sitios y les pedí permiso a los ingenieros para hacer un pequeño rescate, porque los buldóceres partieron 4 urnas funerarias por la mitad. Nos pusimos a sacar lo que había dentro de las urnas partidas usando una bayoneta del ejército americano y nuestras manos, porque no llevamos palaustres u otras herramientas”. Encontraron artefactos precolombinos juntos con cuentas europeas, y los entregó a Reina Torres.

Consultado una vez sobre cuál consideraba su mayor legado, el Dr. Cooke respondió: “Poner en valor la larga historia (15 mil años) de las comunidades de las sociedades originarias”.

Como le parecía “anticientífico” ranquear los hallazgos arqueológicos, en una entrevista en 2019 prefirió decir que los yacimientos que aportaron información especialmente novedosa e informativa a partir de 2008 fueron Cueva de los Vampiros (Coclé), Sitio Drago (Bocas del Toro), Playa Don Bernardo (Archipiélago de las Perlas) y Playa Venado, (Veracruz).

“Los programas de investigación más importantes, a mi juicio, en vista de que están cambiando muchos paradigmas de antaño, son: la antropología física (junto con la paleopatología) de Nicole Smith-Guzmán y la paleobotánica de Dolores Piperno e Irene Holst”.

Mentor de generaciones

“Mi impresión inicial de Richard fue que era una bomba de conocimiento con memoria fotográfica. Me impresionó su contagioso
entusiasmo por el descubrimiento científico.
Richard estuvo muy involucrado en todo lo que hice desde el día 1, y venía constantemente a ver qué cosas nuevas e interesantes encontraba mientras trabajaba. El efecto de esto fue una energía constante que me empujó hacia adelante e incitó una pasión por
investigar más y más sobre las poblaciones prehispánicas de Panamá. Creo que fue una estrategia de tutoría muy efectiva que trato de recordar y replicar en mis propios estudiantes como mentora”, detalla la Dra. Smith-Guzmán.

El Dr. Omar López Alfano cuenta que, en una visita a Parita, se encontró a un señor en el puerto de embarque en aguas del rio
Santa María, y al ver que buscaban plantas y animales, les preguntó si eran biólogos.


“Al decirle sí, se presentó: ‘me llamo Samuel Corro y trabajé muchos años para el Dr. Richard Cooke del Smithsonian, gran persona e investigador. Si lo ven me lo saludan’. Al caer la tarde, le escribí a Richard y me dijo ‘Samuel nos ha ayudado mucho a través de los años. En particular, su apoyo a Madlen Stange fue estelar’. Richard conocía a todo el mundo, y este encuentro con Samuel habla de la gran huella que dejó en las comunidades donde realizó estudios. La Dra Madlen es investigadora en el Museo Koenig en Bonn, Alemania”.

La Dra. Oris Sanjur, subdirectora interina de diversidad del Instituto Smithsonian con sede en Washington, D.C., recuerda que conoció a Richard Cooke en 1989, cuando era una estudiante realizando una pasantía en el STRI.

“Desde entonces, nos unió una amistad muy estrecha y siempre sentí una enorme admiración por él, no solo por sus grandes logros como científico, sino por su calidad humana, sencillez, generosidad, empatía y su don de gente. Fue un mentor, maestro, amigo, colega, un ser humano excepcional, alguien que impactó positivamente la vida de miles de personas”.

“Recordaré con cariño la suprema generosidad de Richard, su perfecto acento aguadulceño y su seco humor británico, que compartimos. Su programa de arqueología arrojó una luz brillante al mundo precolombino de Panamá, y entrenó y asesoró a innumerables futuros arqueólogos que ellos mismos harán grandes logros. Su apasionada defensa de los pueblos indígenas de Panamá y su perspectiva rigurosa sobre las injusticias históricas profundiza aún más su legado. Recomiendo que todos lean su trabajo, mucho del cual es muy accesible, ya que ofrece ideas profundas y un contexto poderoso para entender el Panamá que amamos”, dijo el Dr. Aaron O’Dea, paleoecólogo del STRI y miembro del SNI.

“A nivel personal, nunca he conocido a una persona más generosa que Richard Cooke”, concluye la Dra. Smith-Guzmán. “Más de una vez lo vi sacar su billetera y ofrecer dinero en efectivo a estudiantes que estaban luchando con sus propios problemas financieros o
personales. Tenía un sentido del humor travieso, y lo usaba a menudo. Tenía una forma única de conectarse con la gente a nivel personal que es muy poco común en estos días. Cuando los visitantes venían al laboratorio, lo primero que hacía Richard era
preguntar de dónde era cada persona y, por lo general, saludaba en su idioma nativo o compartía un recuerdo o una anécdota sobre su tierra natal en particular. Tenía una manera de ganarse el cariño de la gente en cuestión de minutos, y usó esa chispa para mantener su atención mientras compartía detalles sobre la pasión de su vida: la prehistoria panameña”.

Aquel 11 de noviembre en Naos estuve tentada a pedirle una foto al Dr. Cooke, pero preferí no molestarlo y recordarlo así, sonreído. Fue la última vez que lo vi.

Publicar un comentario:

Comentario

Type at least 1 character to search