Xavier Sáez-Llorens, un apasionado de la investigación clínica
El Investigador Distinguido del Sistema Nacional de Investigación y jefe del departamento de Investigación y del servicio de Infectología del Hospital del Niño ha sido galardonado con el Premio a la Excelencia en Investigación Científica de la Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia (APANAC).
Rella Rosenshain
rrosenshain@senacyt.gob.pa
Xavier Sáez-Llorens (ciudad de Panamá, 1957) no puede contemplar el mundo que lo rodea a través de otro lente que no sea la investigación. Para él, la ciencia es sinónimo de “progreso, independencia y pensamiento crítico”.
De eso está convencido este médico pediatra, infectólogo e investigador clínico con más de 30 años de trayectoria, quien recibió el máximo galardón científico y tecnológico de Panamá: el Premio a la Excelencia en Investigación Científica de la Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia (APANAC) y la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT).
Para el jefe del departamento de Investigación y del servicio de Infectología del Hospital del Niño, este reconocimiento es la más honrosa distinción en ciencias del país. “Confieso que las distinciones individuales en el campo científico no son muy de mi agrado porque en ciencia no hay un ‘yo’ sino un ‘nosotros’. Mucha gente valiosa me ha apoyado a lo largo de mi carrera, por tanto, el premio es colectivo, para todos los grupos de trabajo en que he participado”, afirma el científico quien figura como investigador principal de numerosos ensayos clínicos internacionales que han sido respaldados por la Fundación Bill & Melinda Gates, National Institute of Health, instituciones académicas y diversas empresas farmacéuticas.
Este Investigador Distinguido del Sistema Nacional de Investigación (SNI), miembro del Comité Nacional de Bioética de la Investigación e investigador principal en el Centro de Vacunación e Investigación Cevaxin es uno de los científicos más prolíficos del país, ya que se ubica en el top 3 de los miembros del SNI con mayor producción científica. A la fecha, el Dr. Sáez-Llorens cuenta con 200 artículos científicos publicados en revistas nacionales e internacionales revisadas por pares (120 indexadas en Medline), entre las que se destacan The New England Journal of Medicine, The Lancet, Pediatrics y Journal of Pediatric Infectious Diseases.
El Dr. Sáez-Llorens ha hecho investigación clínica en dengue, rotavirus, VIH enfocado en antirretrovirales, poliomielitis, virus respiratorio sincitial, meningitis, neumonía, tosferina, sepsis, artritis infecciosa, hepatitis, varicela, desarrollo de nuevos antibióticos y vacunas, y COVID-19. Ha recibido múltiples distinciones. En 1991 obtuvo el premio Young Investigator Award en enfermedades infecciosas, en Chicago (EU), y en 2006 publicó un trabajo sobre la vacuna contra la diarrea por rotavirus que mereció el premio Lancet como mejor investigación científica a nivel mundial ese año. En 2013 fue reconocido por la SENACYT como el médico panameño con mayor número de publicaciones científicas, y en 2017 fue condecorado con la medalla William Gorgas por su contribución a la salud pública en el campo de vacunas infantiles. Además, ha publicado 50 capítulos en libros de texto sobre enfermedades infecciosas, ha editado ocho libros de medicina, tres ensayos breves de filosofía, más de mil artículos de prensa sobre temas sociales y políticos, y ha dictado más de un millar de conferencias médicas en el mundo.
POR AMOR A LA CIENCIA
El Dr. Sáez-Llorens recibió su reconocimiento en la décimo octava edición del Congreso APANAC (celebrado del 23 al 25 de junio de 2021), el cual tuvo como tema “La ciencia como motor del desarrollo y la innovación”. Se calcula que el Estado debe invertir cerca del 1% de su Producto Interno Bruto (PIB) para que este monto se destine en la búsqueda y el uso de nuevo conocimiento; sin embargo, la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) en Panamá está en el orden del 0.16% del PIB, cuando en promedio en la región latinoamericana está en 0.76%. Costa Rica está invirtiendo 0.6% del PIB en I+D, y el gasto de Colombia está en 0.3%. Por otro lado, EU invierte 2.7% y Suecia está en el orden de 3.1%, según el Instituto de Estadística de la UNESCO.
Para el Dr. Sáez-Llorens, es apremiante que aumente la inversión en I+D. “Estamos rodeados de ciencia. Todas las herramientas que nos hacen la vida cotidiana más fácil se basan en tecnología científica. Tener buena ciencia nos hace menos dependientes de países más avanzados. La pandemia ha desnudado nuestra carencia de recursos científicos, humanos y técnicos para enfrentarla mejor. A futuro, debemos ir planeando la producción de medicamentos, vacunas e insumos diagnósticos localmente”, reflexiona. En entrevista, este médico comparte sobre el peso de la investigación clínica, el rol de la vacunación y anécdotas sobre sus tres décadas de carrera profesional.
-La investigación clínica ha sido clave para prevenir enfermedades infecciosas. ¿Cuál es el valor de la investigación clínica en vacunas y sus beneficios?
Después del agua potable, las vacunas han sido las herramientas más seguras, impactantes y costo-beneficiosas en salud pública a lo largo de la historia. Se ha erradicado la viruela y estamos cerca de eliminar la poliomielitis, enfermedades que causaron secuelas, parálisis y muertes en millones de personas a nivel mundial. La vacunación ha controlado otras infecciones devastadoras como sarampión, rubeola congénita, tosferina, difteria, tétanos o fiebre amarilla. Cada país debe participar en investigación porque el beneficio de las vacunas se asocia a particularidades étnicas, genéticas, culturales y sociales en diferentes regiones.
-¿Cuáles son las fases para el desarrollo de vacunas, y cuánto tiempo puede tomar el proceso?
Después de la fase pre-clínica en laboratorio y animales de experimentación, vienen las tres fases clínicas en humanos, donde se estudia seguridad, inmunogenicidad, dosis adecuada, cantidad de dosis y, por último, eficacia. Tradicionalmente, todas estas fases en el desarrollo de vacunas tardan unos 10 años, como promedio, aunque recientemente se ha podido reducir el tiempo. La urgencia pandémica hizo que en menos de un año ya se tuvieran dos vacunas autorizadas contra COVID-19; ¡impresionante! Pero esta velocidad no implicó atajos en materia de seguridad. Apenas la vacuna se autoriza, viene la cuarta fase de post-aprobación, donde se continúa evaluación de farmacovigilancia por muchos años subsecuentes.
-¿Qué diferencia existe entre las vacunas hechas con microorganismos atenuados y las de fragmentos de ARN?
Las vacunas que utilizan microbios vivos atenuados (sarampión, rubeola, parotiditis, varicela, fiebre amarilla, dengue) se basan en la inyección de gérmenes modificados para que no causen enfermedad y puedan generar una óptima respuesta inmune protectora. Otras vacunas usan el microbio muerto o inactivado. Otras utilizan componentes proteicos purificados del virus. Y, las más recientes, utilizan códigos genéticos o mensajes (basados en ADN o ARN) para instruir a nuestra maquinaria celular a generar respuestas inmunes a sitios específicos del microbio en cuestión. Estos códigos son llevados por otros virus inofensivos transportadores (como caballo de Troya) o recubiertos por complejos lipídicos (ARN).
-¿La vacunación contra COVID-19 será la solución a este problema de salud pública?
Sin ninguna duda. La vacunación lleva décadas demostrando ser la solución definitiva para numerosas enfermedades infecciosas.
-¿Qué le motiva a hacer ciencia?
Mi pasión es la investigación, quizás porque tengo una personalidad curiosa, escéptica y antidogmática. Hacer buena investigación necesita dedicación rigurosa a cualquier hora y día de la semana. Con perseverancia y paciencia se obtienen resultados. Empero, la investigación requiere de un capacitado y motivado equipo de trabajo. El científico debe tener buena salud mental y tranquilidad emocional para ser productivo; en mi caso, he tenido un entorno familiar comprensivo e inspirador, y en esta área he sido francamente afortunado. Pediatría e infectología las ejerzo exclusivamente en el ámbito público porque no tengo tiempo para tantas actividades. Con el trabajo clínico se ayuda a una cantidad limitada de personas, pero con la purificados del virus. Y, las más recientes, utilizan códigos genéticos o mensajes (basados en ADN o ARN) para instruir a nuestra maquinaria celular a generar respuestas inmunes a sitios específicos del microbio en cuestión. Estos códigos son llevados por otros virus inofensivos transportadores (como caballo de Troya) o recubiertos por complejos lipídicos (ARN).
-¿Cómo inició su carrera como investigador clínico?
Quería ser ingeniero aeroespacial o astrónomo porque me fascinaba el misterio y grandeza del origen del universo, más después de la publicitada llegada del hombre a la Luna en 1969, pero debía ir a Estados Unidos (EU) para eso. Mis padres no eran ricos y mi Escuela Secundaria Pedro Pablo Sánchez no tenía convenios con universidades norteamericanas. Como también me entusiasmaba el funcionamiento del cuerpo humano, y mi padre fue médico, decidí estudiar medicina. Durante los primeros años, me interesó la investigación para descubrir el por qué ante una misma enfermedad los niños evolucionaban de manera diferente. En mi residencia de pediatría hubo un brote de meningitis, y cada día nos tocaba atender a una decena de pacientes. Yo leía mucho sobre esta enfermedad y me topaba con artículos del Dr. George McCracken, en Dallas, un infectólogo dedicado a la investigación experimental y clínica, al que considero mi gran mentor. Después de superar varios exámenes y entrevistas, me las ingenié para que me aceptara en su departamento como fellow y trabajé con él por cinco años. Al final de ese período, la Asociación Americana de Microbiología me otorgó el premio como uno de los cuatro investigadores jóvenes más destacados en EU en el campo de las enfermedades infecciosas.
-¿Su padre fue su rol a seguir?
Mi padre siempre fue mi guía ética e inspiración intelectual. Me inculcó los valores de transparencia, responsabilidad, humildad, solidaridad, honestidad, puntualidad y tolerancia a la diversidad. Más que presionarme por estudiar medicina, siempre me hablaba de la importancia de ser feliz y disfrutar lo que decidiera hacer. Algo que recuerdo a diario es su consejo de nunca meterme en política.
-¿Qué destacaría sobre el quehacer del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación panameño?
Hay mucho talento joven y de mediana edad trabajando apasionadamente en diversas áreas del saber científico con poca inversión. Hay excelente materia prima que requiere capacitación y financiamiento para que la ciencia panameña explote en beneficio del país.
Publicar un comentario: